mantener la presión de los
neumáticos es beneficioso para cualquier auto. ¿Por qué? Porque fueron
diseñados para un uso determinado y la mejor manera de que lo cumplan es que
estén en condiciones.
El primer paso es chequear que
la presión sea la indicada en el manual de propietario o bien la que se consigna en el auto:
algunas veces en el parante de la puerta del conductor y otras en el interior
de la tapa del tanque de combustible.
Esta operación de control se
debe repetir idealmente cada dos semanas y con los neumáticos en
frío. ¿Por qué con tanta frecuencia? Porque los cambios bruscos
de temperatura provocan variaciones en la presión.
Se
debe sumar a este seguimiento a la denominada “goma de auxilio”, ya que muchas
veces no la tenemos en cuenta hasta que nos sorprende un pinchazo.
Usar los neumáticos con una presión
menor a la indicada no sólo aumenta el consumo porque hay mayor
superficie de contacto y el auto está “más pesado” sino que también puede
provocar un accidente.
Con baja presión, los laterales de la goma también pueden entrar
en contacto con la superficie; al tener menor rigidez y menos elementos de
protección que la banda de rodamiento, en el continuo rozamiento con el
asfalto, el lateral adquiere temperatura y esto puede desencadenar una rotura.
Una presión por encima de lo
recomendado, por otro lado, genera que la superficie de contacto entre el
neumático se reduzca aún más, generando una falta de adherencia.
Otro punto a tener en cuenta
es la rotación de los neumáticos, sugerida cada 10.000 km. La manera
correcta de hacerlo es reemplazar los de adelante con los de atrás y no
cambiar de izquierda a derecha (no realizar una rotación cruzada);
esto se debe a que los neumáticos radiales cuentan con un sentido de giro en su
diseño que al alterarse reduce su capacidad para expulsar el agua y también su
vida útil.
En caso de realizar un
reemplazo de neumáticos se recomienda hacerlo de a pares y ubicar
los nuevos en el eje trasero para
garantizar la máxima seguridad en el eje donde el conductor no tiene control
direccional.
Por último cabe remarcar que
si bien las gomas no tienen una fecha límite, todas
cuentan con una vida útil. La misma es de 5 años desde su fecha
de fabricación o un uso normal de entre 40 y 60.000 km.
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